Andrea Martínez: proteger la salud y formar con empatía

Andrea Martínez: proteger la salud y formar con empatía

Andrea Martínez: proteger la salud y formar con empatía

Cuando Andrea Martínez habla de nutrición, sus palabras tienen el peso de quien conoce la ciencia, pero también el pulso humano de quien acompaña, guía y forma. Egresada de la Escuela de Dietética y Nutrición del ISSSTE y maestra en Administración de Sistemas de Salud por la UNAM, encontró en la docencia no solo un camino profesional, sino un lugar donde su vocación floreció.

“Encontré mi vocación en la enseñanza”, afirma con una honestidad que conmueve. Aunque ama la nutrición, ha descubierto en el aula un espacio para sembrar conciencia y pasión en cada estudiante. Y lo hace desde una visión amplia y estratégica: al notar que pocos nutriólogos se interesaban por la parte administrativa, decidió especializarse en ella. “Desde la administración se pueden mejorar muchos procesos: clínicos, educativos, y por supuesto, los académicos”.

Esa visión le ha permitido integrar sus saberes de forma transversal. Ya sea diseñando estrategias didácticas o detectando fallas en los sistemas clínicos, Andrea entiende que el conocimiento debe ser útil, aplicable, y sobre todo, ético. Para ella, el verdadero aprendizaje se da cuando teoría, práctica y contexto se entrelazan. “Si el estudiante no conecta estos tres elementos, no hay un aprendizaje real”.

La forma en que enseña también nace de una herida. Recuerda haber tenido una docente poco empática, en un momento en que una situación personal la hizo tambalearse. “Casi pierdo mi beca y estuve a punto de abandonar la carrera”. Esa experiencia la marcó profundamente, y le hizo prometerse algo: nunca sería esa figura que desanima, sino una guía cercana, alguien que acompaña y entiende.

Desde hace cuatro años, forma parte del equipo académico de INSUCE, una experiencia que describe como “increíble”. No solo por el respaldo institucional, sino por el ambiente de apoyo genuino entre docentes y estudiantes. “Es muy raro encontrar un espacio educativo así. Aquí de verdad se preocupan por las personas, y eso se nota”.

Adaptarse a la enseñanza virtual ha sido un reto, pero también una oportunidad. Aunque extraña el lenguaje corporal y la interacción cara a cara, ha encontrado nuevas formas de conectar. “Las clases se volvieron más dinámicas, más conversacionales… y eso les gusta. Siento que se corre de voz en voz, porque cada vez se conectan más”.

Su mayor inspiración es combatir la desinformación. Andrea sabe que la nutrición es una ciencia muchas veces subestimada y mal interpretada. “Hay demasiada gente sin formación hablando del tema, compartiendo mitos, vendiendo productos sin sustento. Yo quiero que mis alumnos sean expertos, que investiguen, que lean, que estén preparados para dar información fehaciente y cambiar esa narrativa”.

Con entusiasmo, habla del futuro de la nutrición deportiva como una especialidad en crecimiento, aún poco explorada por las universidades. “INSUCE está labrando el camino. Ha entendido que el deporte necesita una nutrición rigurosa, basada en fisiología, morfología, anatomía, bioquímica. Y eso es lo que aquí se está construyendo”.

A quienes desean dedicarse a esta carrera, les deja un mensaje claro y firme: “Háganlo por amor al tema, no para lucrar con la salud de las personas. No necesitamos más personas así. Esta carrera es para quienes realmente quieren ayudar”.

Y a sus alumnos, les recuerda algo que no deben olvidar: “Están en un área biológica. Su prioridad siempre debe ser la salud de sus pacientes. Los objetivos estéticos o deportivos no deben ir por encima del bienestar. Su deber es proteger, no poner en riesgo”.

Andrea enseña con propósito y convicción. No solo forma profesionales: forma seres humanos conscientes de su impacto. Y en un mundo donde la salud se ha vuelto un bien frágil, eso, sin duda, es un acto revolucionario.

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